COMUNICADO 4ª Conferencia Panortodoxa Preconciliar



Chambésy, Suiza , 22 de junio de 2009

Centro Ortodoxo del Patriarcado Ecuménico Chambésy, Ginebra – Suiza Junio 6 - 12, 2009La 4ª Conferencia Panortodoxa Preconciliar convocada por Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé I, con el muto consentimiento de Sus Beatitudes los Primados de las Iglesias Ortodoxas locales, tal como fuera expresado durante el Sagrado Encuentro en Fanar del 10 al 12 de octubre de 2008, se reunió en el Centro Ortodoxo del Patriarcado Ecuménico en Chambésy, Ginebra, Suiza, entre el 6 y el 12 de junio de 2009.Las reuniones de la Conferencia que comenzó con la celebración de la Divina Liturgia Panortodoxa durante la fiesta de Pentecostés (domingo 7 de junio), fueron presididas por Su Eminencia Reverendísima el Metropolita Juan de Pérgamo, con la asistencia del Secretario para la preparación del Sagrado y Gran Concilio de la Iglesia Ortodoxa Su Eminencia Reverendísima el Metropolita Jeremías de Suiza. A las reuniones asistieron representantes de todas las Iglesias Ortodoxas Autocéfalas, por invitación de Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé. Los Primados de las Iglesias Ortodoxas locales transmitieron sus saludos a los participantes de la Conferencia a través de mensajes o por medio de sus representantes. Los miembros de la Conferencia enviaron telegramas a todos los Primados de las Iglesias locales, solicitando sus oraciones y bendiciones para la tarea a desarrollar.El tema de la 4ª Conferencia Panortodoxa Preconciliar fue, en concordancia con la voluntad de los Primados y representantes de las Iglesias Ortodoxas locales y tal como fuera expresado en el Mensaje del Sagrado Encuentro reunido en Fanar (en octubre de 2008), la discusión de la organización canónica de la Diáspora Ortodoxa. La relevante decisión relacionada con la agenda fue acordada por la Conferencia al inicio de sus sesiones. La Conferencia examinó los textos preparados por el Comité Interortodoxo Preparatorio durante sus anteriores encuentros en Chambésy, a saber: a) del 10 al 17 de noviembre de 1990; y b) del 7 al 13 de noviembre de 1993; como también el documento de la Conferencia de Abogados Canónicos reunida en Chambésy del 9 al 14 de abril de 1995.Se llegó a un unánime acuerdo sobre estos textos, junto a relevantes aclaraciones, suplementos, correcciones y agregados. La Conferencia expresó el común deseo de todas las Iglesias Ortodoxas para hallar una solución al problema canónico de la Diáspora Ortodoxa, en concordancia con la eclesiología, tradición canónica y práctica de la Iglesia Ortodoxa. La Conferencia decidió establecer nuevas Sínodos locales en ciertas regiones alrededor del mundo de manera de resolver el problema de la Diáspora, en particular para los fieles Ortodoxos que se establecieron fuera de los límites de las Iglesias Ortodoxas locales. Los Presidentes de las citadas Conferencias Episcopales serán los Primados del Patriarcado Ecuménico en esas regiones o, en su ausencia, el siguiente Primado de acuerdo al orden de los Dípticos de la Iglesia. Los miembros de los citados Sínodos locales incluirán a todos aquellos reconocidos por todas las Iglesias Ortodoxas como obispos canónicos, que encabecen las comunidades existentes en cada región. La misión de los Sínodos será la proclamación y promoción de la unidad de la Iglesia Ortodoxa, el ministerio pastoral común a los fieles Ortodoxos de la región, como también su común testimonio al mundo.Las decisiones de los Sínodos Episcopales se tomarán sobre la base del principio de unanimidad de las Iglesias, que estarán representadas por sus obispos.La Conferencia también aprobó – por medio de aclaraciones, correcciones y adiciones – el borrador del Reglamento sobre como funcionarán las Conferencias Episcopales, y los principios fundamentales de organización y operación. Los restantes temas del Sagrado y Gran Sínodo (de la Iglesia Ortodoxa), es decir la manera de proclamar la Autocefalia y la Autonomía, como así también el orden de los Dípticos, serán examinados durante los siguientes encuentros de los Comités Preparatorios Interortodoxos y serán remitidos a la siguiente Conferencia Panortodoxa Preconciliar para su tratamiento.

En Chambésy, Ginebra, Suiza 12 de junio de 2009

El Presidente de la Conferencia Metropolita Juan de Pérgamo.

Mensaje de Su Santidad El Patriarca Ecuménico Bartolomé I



La celebración del Día del Medio Ambiente es una única oportunidad para toda la Humanidad de contemplar la incomprensible dimensión de la crisis medio ambiental. Esta oportunidad no solo se extiende personalmente a cada ciudadano del mundo, pero a la comunidad en su conjunto, a la comunidad empresarial y por supuesto a los líderes religiosos y políticos. Ha llegado el momento de renovar de raíz nuestra forma corriente de pensar y de reconsiderar los medios por los cuales interactuamos con este mundo único, el cual el Todopoderoso nos legó con la orden de "Trabajar y proteger". De ahora en adelante, no puede satisfacer a la Humanidad quitar del mundo natural lo que es necesario y provechoso. Pero la Humanidad debe mantener en todo su potencial la renovación del ecosistema natural por medio del enriquecimiento de nuestros recursos naturales. La Humanidad lamentablemente ha transgredido la orden Divina para la protección de la creación. Estamos experimentando los resultados de este comportamiento descuidado y codicioso, como espectadores débiles de voluntad acerca de las repercusiones de los catastróficos cambios climáticos. Observamos la contaminación de las aguas frescas y de los océanos, la pesca desmesurada, la pérdida de la biodiversidad, la desertificación del suelo, las catástrofes que suceden en los bosques debido a incendios mortíferos y muchas más expresiones de esta improcedente crisis medioambiental.
Nuestro Patriarcado, el cual simbólicamente celebra el primero de Setiembre el comienzo del Año Eclesiástico, como el Día de la Creación, hoy une su voz con las personas e instituciones sensibles y medioambientalmente activas en esta Tierra, independientemente de sus creencias religiosas o políticas.
Comprendamos, amados hermanos, hermanas y niños en el Señor, que cada uno de nosotros desde su propio lugar deber realizar el máximo esfuerzo para enfrentarse a la crisis medioambiental. Dejemos detrás cualquier diferencia o problema que pudiera haber separado pueblos y naciones a través del curso de la historia. Dejemos especialmente que el mundo desarrollado reconozca esta catástrofe y dejemos que brinde toda la ayuda económica y educativa en forma pródiga y desinteresada a esas naciones que diariamente se enfrentan al hambre y son desgarrados por la guerra civil. Recordemos que el peyorativamente denominado "Tercer Mundo", es decir, esos países quienes tienen falta de desarrollo económico, no mantienen solo riquezas culturales, pero también riquezas naturales, las cuales son cruciales para la salvación de nuestro planeta.

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Conversación entre Mario y el monje.




Como casi siempre, la primera señal de la ermita distante la daba el humo. Era una pequeña columna, lenta y ondulante, que se elevaba encima de los pinos y que me hacía sentir más cerca de casa, como acercándome al verdadero hogar.

Hermano Vasily como le gustaba ser llamado en lugar de “Padre”, alimentaba el hogar casi de continuo en cualquier época del año. Sospechaba ya entonces, que se trata mas de mantener encendido el fuego votivo de la alabanza, que de calentar la ermita, de por sí bastante abrigada por la piedra con la que fue construida. Ya casi llegando me regocijé anticipando el encuentro y musité la oración con más fuerza.

En el pequeño espacio libre de árboles donde se encuentra la celda, no se oye sonido alguno y el piso está limpio de los restos de las coníferas, como recién barrido. Según habíamos acordado en anteriores encuentros, no golpeo la puerta, solo paso y me siento en un pequeño taburete, cómodo. Espero silencioso y abrigado mientras lo miro, extático, con la vista en el ícono del Salvador, iluminado levemente por una vela cercana ya agonizante.

Al rato se da vuelta y se yergue ágil, como joven, y me abraza cariñoso. Yo siento desaparecer todo rastro de desamparo, me siento como me imagino debía sentirme cuando niño, en brazos de mis padres. Silenciosos ambos, sonreímos y nos santiguamos, como inaugurando el encuentro. Coloca un jarro en el fuego, que aviva con unos leños y me pregunta si quiero un té o un poco de yerba mate. Elijo el té y saco del bolso un frasco de miel que le traigo de regalo.

- Como siempre Padre, le traigo unas preguntas.

- Como siempre Mario, estoy dispuesto a responderlas si el Señor me asiste con su gracia.

- Me alegra mucho verlo Padre…

- A mí también. Te veo cada vez más tranquilo aunque a vos no te parezca tanto.

- No, es cierto. Estoy mucho mejor, la oración me va consolando sin que me explique bien como.

- Ja ja, la oración te consuela a pesar de los intentos que hace tu mente de molestar, buscando explicaciones.

- Es cierto Padre, es cierto, así es realmente.

- Bueno. Preguntá entonces tranquilo que tenemos todo el día.

- Si, ya que tocamos el tema podría empezar por ahí, por el tema de la fe y la razón, que era algo que tenía pensado plantearle.

- ¿Cómo es, el planteo?

- Es como que la mente me interpone objeciones a mi acercamiento a la oración, a mi asistencia frecuente a misa, me dice que me estoy refugiando de mis temores, que estoy armando una mitología para hacerme la vida más llevadera…que Dios no precisa de mi oración…y que Él siendo inmutable como Es, no va a cambiar nada de lo predestinado por el hecho de que uno le haga oraciones y así cosas por el estilo. Realmente me quita mucha devoción cuando esas dudas me asaltan y me hacen a veces muy árida la liturgia.

- Mario…vas a tener que recordar un poco…¿Por qué volviste a asistir a misa, que habías abandonado durante muchos años? ¿Porqué un día te confesaste, cosa que no habías hecho tampoco durante mucho tiempo?¿Cómo fue que te acercaste tanto hasta este lugar y cómo es que te pasas contando los días hasta poder cumplimentar las condiciones que te permitan venir a vivir a esta soledad?

- Padre, usted sabe mi historia; ¿Por qué me lo pregunta?

- Me refiero a que no es por alguna teorización, ni por una conclusión científica, ni porque habiendo armado una sólida construcción intelectual, te has volcado hacia la religión. No ha sido así.

- No claro. Fue por necesidad Padre, por fracaso, porque no encontrando lo que buscaba en ninguna parte, lo busqué de nuevo en Dios, como en mi juventud.

- Sentiste el impulso ¿no es así? El deseo de estar en oración, recogido y delante de la Cruz, ¿te acuerdas? Eso me lo contaste y me acuerdo bien.

- Si es así.

- Bien. Primer punto: El acercamiento a la experiencia religiosa no se inicia desde el intelecto. Puede continuarse y expandirse a todas las partes del ser cuerpo mente; pero empieza en el calor del corazón. Es un impulso cordial, que inexplicablemente o a pesar de las explicaciones nos lleva hacia lo sagrado, lenta pero irrevocablemente. Eso Mario, se llama la gracia del llamado del Señor.

- Sí, me emociona.

- ¡¿Y cómo no?!

- Sobre todo cuando me acuerdo de cómo pensaba y en donde me encontraba actuando y…no sé, era distinto. No es un derrotero lógico.

- Claro que no, no responde a la lógica convencional. Un fuego en el corazón, que al principio es suave y que llega de a poco a arder hasta consumir al ser entero en lo sagrado; ese fuego es un llamado, una forma de manifestarse en nosotros el acercamiento de lo divino. Una forma de Ser lo Divino en el mundo. Es en cierto modo, una nueva encarnación, en cada ser humano que lo vive.

- Pero y entonces Padre…porque a mi ahora se me aviva toda la devoción de vuelta, con solo acercarme a la ermita, charlando; pero después, la aridez en que me deja el intelecto a veces, hace que mi vida religiosa sea como parcial o ambigua, como si no pudiera disfrutarla plenamente por esas dudas.

- Está bien. Cuando uno ha seguido al impulso de búsqueda y se ha acercado a la sensación de lo sagrado, no viene mal darle algún hueso a la mente para que se entretenga y no moleste. Igual que a nuestros hermanos los perros.

- ¿Cómo es eso Padre, que quiere decir?

- Que se puede intentar una explicación para que la mente tenga un armado que la deje en paz y entonces no perturbe la oración.

- ¿Cómo sería?

- Todas las dudas que surgen se deben a oposiciones. Si esto es así, aquello debería ser asá y si esto no es así entonces lo de mas allá. ¿Viste? Es como una serie de platos de balanza que se van alineando o desalineando. Por ejemplo, ¿Para qué si Dios es Omnisapiente necesita que le diga lo que necesito? ¿Para qué mandó a su hijo si de todas formas el podía limpiar el pecado del mundo con un solo acto de Su voluntad? O mejor, ¿Para qué permitió o creó la posibilidad del pecado siendo que podía crear un mundo edénico sin transgresión? Y así podemos seguir mucho tiempo. ¿Si todo se debe a Su gracia entonces que papel cumple mi voluntad? Y entonces, ¿si peco es porque el me quitó su gracia? y siguiendo…¿no es verdad?

- SI Padre tal cual. Es como si se hubiera metido en mi mente y la leyera en los momentos de aridez.

- No, me he metido en mi propia mente y en la de todos, porque todas tienen una estructura similar. Si revisas el motor de un auto o de otro verás diferencias, pero la estructura es la misma.

- ¡Ah!

- Tienes que considerar varias cosas. Una se refiere a que cada aparato percibe una franja de realidad determinada, y que además, la organiza según su forma de funcionar. Entonces el resultado de esa percepción y organización, puede no ser parecida o ser disímil con la percepción y organización de otro aparato.

- Me parece que entiendo pero no en realidad.

- Veamos. Si te palmeo el hombro, tu piel percibe una presión discontinua que se repite cíclicamente durante un intervalo de tiempo.

- ¿Cómo? Ahí sí que me confundió.

- Ja ja, no, espera, ten paciencia. Tu piel, solo tu piel, si la abstraemos del contexto en que se halla; solo percibe una variación de presión en su superficie, percibe que aumenta la presión cuando apoyo mi mano y que disminuye cuando la retiro. ¿Estamos?

- Si.

- Pero para el aparato de memoria, encargado de guardar información, se hace previsible la repetición de la palmada, porque ya la ha vivido en anteriores ocasiones. ¿Lo ves? Pero no para la piel, que solo percibe diferencias de presión y temperatura.

- Si, entiendo.

- A su vez, tu zona emotiva, tu centro emocional digamos, percibe la calidez afectiva de la palmada, sabe que es una muestra de aliento y de afecto. La recibe bien, conforme. Tu intelecto en cambio, organiza la percepción desde el mismo hecho de decir que eso que golpea es una mano, que lo que te quiero decir es tal o cual cosa, duda si te palmeo por esto o lo otro, se pregunta si deberías responder de algún modo…y siguiendo.

- Ahora si.

- Eso te quise decir con lo de que cada aparato organiza las cosas según su modo. En ocasiones, ojalá que siempre, esos aparatos se coordinan y simultáneamente convergen y entonces uno siente pleno acuerdo en el cuerpo y la mente. Es como una ayuda a la paz del espíritu. Si la mente no duda, si el corazón vive en la fe, el cuerpo se relaja, todo ayuda.

- Se coordinan todas las partes.

- Claro, se produce una unidad. Y está bien que busquemos esa unidad, porque viene a cumplir la función de cuando uno limpia la habitación; todo se hace mas fácil y agradable, todo está ordenado. Pero hay que aprender a convivir con el desorden, porque hay momentos en donde no va a poder estar todo en su lugar, e incluso te digo, no conviene que esté todo ordenadito, porque a veces el desorden precede a la transformación y al cambio.

- Sí, claro que sí.

- ¿Viste? Es igual que cuando pintas una casa y la re decoras. Tiene que producirse un desorden, porque sino no es posible reorganizar la vivienda.

- Si, si, entiendo.

- A mí me ha pasado, de vivir enormes períodos de aridez, solo para descubrir y gracias a eso, que hacía oración para sentir cierta sensación placentera y no motivado por un acercamiento genuino al Señor. En la aridez, descubrí que me seguía acercando, que seguía orando y que lo iba a seguir haciendo aunque nunca llegara la devoción cálida y luminosa; porque lo que buscaba era al Señor y como este quisiera manifestarse y no mi placer personal. ¿Me entiendes Mario?

- Si Padre, totalmente.

- Pero sin la aridez no iba a poder descubrir eso. Lo que hemos dicho otras veces, que no hay mal que por bien no venga, resultando así que el mal no era tal. Entonces si hay unidad entre todos los aparatos de la mente cuerpo, bienvenida sea y si no la hay también porque para algo servirá esa desarmonía. Si no bajara la temperatura, todos los años en cierta época, no podrían producirse ciertos procesos necesarios para los vegetales y animales y para el planeta en general ¿no es cierto? Pero la piel te va a protestar por el frío, se va a quejar.

- Si, está perfecto.

- Entonces, el corazón, la intuición, el órgano a través del cual sentimos en el cuerpo con mas facilidad el espíritu, es el que primero se acomoda a la gracia y se sumerge en su calidez. El corazón tiene razones que la razón no entiende es algo muy cierto. El corazón se ve atraído a la oración, al silencio, al recogimiento y luego, al tiempo, el cuerpo le sigue, empieza a hacerse conducta lo que pide el corazón.

- Si, así ha sido.

- Pero la mente ni de cerca. Que esto y lo otro y de más allá. Yo no me pondría a tranquilizar a la mente con mucha teología o cosas por el estilo sino con esta comprensión; que son aparatos con velocidades diferentes y con funciones diferentes y darle tiempo y confianza al organismo para unificarse. Porque fijate Mario, toda esta cuestión de lo que hizo y no hizo Dios y de lo que debería hacer si sus atributos son estos o los otros y de si sirve esto o no o si hay un error aquí y allá…todo eso no sirve porque todo lo que pueda estructurar la mente es parcial, sumamente limitado e inexacto. ¿Vos sabés que el conocimiento se articula en base a memoria y a estímulos y a intereses y a franjas de percepción y entonces no es muy de fiar, no hay que darle mucho crédito.

- Dígame más acerca de eso Padre.

- Mmh…¿Sabía que lo que llamamos color es solo una vibración distinta de la materia? O mejor dicho, que según el punto de vista de los científicos, de los físicos, eso es el color?

- Algo escuché por ahí una vez.

- Bueno, pero para vos es una hermosa flor amarilla. Pero parece que el sentido del ojo la ve amarilla, que amarillo no hay en ningún lado, el sentido la organiza, la percibe así, ¿me entiendes?

- Si.

- Además tu memoria, asoció desde niño cierto sonido a esa percepción, entonces decía: “Flor”. Mueves tu boca de cierto modo y pasa cierto aire por tus cuerdas vocales y entonces decís “flor”. Entonces, algo vibra allí afuera de tu cuerpo y el sentido del ojo mas el sentido interno organizador llamado mente convergen y dicen: “Eso es una flor amarilla”. Bueno, muy bien, yo no digo que lo dudes, pero tampoco es para darle tanto crédito, porque en otro país hubieras asociado otro sonido en lugar de la palabra que aquí usamos y si tuvieras unos ojos de perro no verías esa vibración como amarillo sino como gris, parece.

- Si, claro, se me hace mucho mas entendible ahora.

- Entonces hay que tener esto en cuenta cuando se presentan objeciones a la religiosidad desde la mente, en cuanto a la lógica de una cosa o de otra. El valor de la religión no es lógico. El valor de la religión está en su poder de redención, de transformación del corazón del hombre. El valor de la religiosidad es la posibilidad que brinda al ser humano de trascendencia.

- Si Padre.

- Seamos claros Mario. Si lo que buscas con la mente es “la verdad”, debes saber que Dios no puede conocerse, que de Él nada puede saberse, que nos es infinitamente lejano en cuanto a las posibilidades de nuestra mente. Abordar a Dios con la herramienta mental es fatiga vana. A lo único que puede llegarse es al convencimiento mental de la necesidad de la existencia de Dios. Pero abordar a Dios desde el intelecto es como querer entender el amor desde la uña del pie. ¿Cómo podríamos conocer de aquello que nos abarca absolutamente? El oído percibe cierta franja de sonido, el ojo advierte solo cierto rango de luminosidad, y así como no vemos lo microscópico sin ayuda de aparatos, no podemos percibir a Dios sino en el corazón. El corazón es la antena receptora de Dios y la oración , los actos litúrgicos, la ascesis, los iconos, las peregrinaciones y todo lo demás, son instrumentos que ayudan a que se perciba esa brisa suave que nos obliga a taparnos el rostro sobrecogidos.

- Gracias a Dios que lo conocí Padre.

- Jaja ¡Ya te está haciendo falta otro té!

- Jaja ¡No vendría nada mal!

- No existe la divergencia entre razón y fe. Existe la fe y la razón que haga lo que quiera. Jaja, “¡Pero señor usted es un irracional!, ¡¿cómo va a andar creyendo esas cosas que cree?!” Si, totalmente irracional. ¡Creo en la divinización del hombre por obra de la gracia, por obra de un hálito sagrado que sopla donde quiere! Pero, curiosamente, esta irracionalidad, ¡no me preocupa! jajá ¿A usted si?

- Usted es muy gracioso Padre y me llena de alegría y contento escucharlo y verlo.

- Pero claro, imaginate…¡querer saber cómo es el Creador de todo lo que existe! ¿Y cómo podríamos? limitados como somos. No es posible para la rodilla conocer el funcionamiento general del cuerpo humano, ni su sentido, ni su fundamento, ni nada, Apenas algo de cómo funciona esa articulación. Pero si puede la rodilla trabajar como debe, haciendo lo que sabe hacer y recibir la savia vivificante, la sangre que le envía el cuerpo para que cumpla su función.

- Si así es.

- Así que te digo Mario, yo no sé cómo es Dios, ni se resolver mucho esas contradicciones entre las dudas y las aserciones del intelecto…pero sé que Lo amo y que ese amor me llena y que inexplicablemente, da sentido a mi vida.

- Hermoso Padre lo que dice.

- Vení, vamos a hacer la hora del Oficio y después la seguimos.

Colaboración de M. Rovetto

El Espíritu Santo



1. Verdaderamente necesitamos de la gracia espiritual para hablar del Espíritu Santo, aunque nunca estaremos a la altura de la cuestión, pues es imposible. Intentaremos, sin embargo, exponer con naturalidad lo que sacamos de ello en la Sagrada Escritura. En los Evangelios se habla de un gran temor cuando Cristo dice abiertamente: «Al que diga una palabra contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro» (Mt 12,32). Y hay que temer seriamente que alguien, al hablar por ignorancia o por una mala entendida piedad, se gane la condenación. Cristo, juez de vivos y muertos, anunció que un hombre tal no obtendrá el perdón. Y si alguien le ofende, ¿qué esperanza le queda?

Hablaremos de lo que sobre el Espíritu Santo se dice en la Escritura

2. Es necesario el don de la gracia de Jesucristo, tanto para que nosotros hablemos adecuadamente como para que vosotros oigáis con inteligencia. Pues la inteligencia penetrante no es necesaria sólo para los que hablan, sino también para los que oyen, de modo que no suceda que éstos oigan una cosa y torcidamente entiendan otra. Hablaremos, pues, nosotros del Espíritu Santo sólo lo que está escrito y, si algo no está escrito, que la curiosidad no nos ponga nerviosos. Es el mismo Espíritu Santo el que habló por las Escrituras: él dijo de sí mismo lo que quiso o lo que pudiéramos nosotros entender. Así pues, digamos las cosas que fueron dichas por él, pues con lo que él no dijo no nos atreveremos.

Presente ya desde antiguo, es igual en dignidad al Padre y al Hijo.

3. Hay un solo Espíritu Santo Paráclito. Y del mismo modo que hay un solo Dios Padre, y no hay un segundo Padre, y sólo un Hijo unigénito, que no tiene ningún otro hermano, así existe un solo Espíritu Santo, y no existe otro Espíritu Santo que sea igual en honor a él. Es, por tanto, el Espíritu Santo, la máxima potestad, realidad divina e inefable. Pues vive y es racional, santificador de todas las cosas que Dios ha hecho por Cristo. El ilumina las almas de los justos. El está también en los profetas y también está, en la nueva Alianza, en los Apóstoles. Odieseles a quienes tienen el atrevimiento de aislar la acción del Espíritu Santo. Pues hay un solo Dios Padre, Señor de la antigua y de la nueva Alianza. Y un solo Señor, Jesucristo, que profetizó en la antigua y ha venido en la nueva. Y un sólo Espíritu Santo que anunció por los profetas a Cristo y que, después que Cristo llegó, lo mostró.

Ni se habla de tres dioses ni deben separarse Padre, Hijo y Espíritu Santo.

4. Por tanto, nadie separe la antigua de la nueva Alianza: que nadie diga que uno es allí el Espíritu, mientras que aquí lo es otro diferente, pues ofende así al mismo Espíritu Santo, a quien se tributa honor juntamente con el Padre y el Hijo y que queda, en el bautismo, incluido dentro de la Santa Trinidad. Pues el mismo Hijo unigénito de Dios dijo claramente a los apóstoles: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19). Nuestra esperanza está puesta en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No anunciamos tres dioses. Callen, pues, los marcionitas, porque, juntamente con el Espíritu Santo, por medio de un único Hijo, predicamos un único Dios. La fe es indivisa y la piedad es inseparable. Ni separamos la Santísima Trinidad, como hacen algunos, ni hacemos, como Sabelio, una confusión. Sino que reconocemos piadosamente a un Padre único, que nos envió un Salvador, el Hijo, Reconocemos a un Hijo, único, que prometió que enviaría desde el Padre al Paráclito (cf. Jn 15, 26). Reconocemos al Espíritu Santo, que habló por los profetas y en Pentecostés descendió sobre los apóstoles en una especie de lenguas de fuego (Hech 2, 3), en Jerusalén, en la iglesia de los apóstoles, la de arriba. Aquí tenemos toda clase de prerrogativas. Aquí Cristo y el Espíritu Santo descendieron de los cielos. Y era muy conveniente que, del mismo modo que las cosas que se refieren a Cristo y al lugar del Gólgota las decimos en el mismo Gólgota, así también hablásemos del Espíritu Santo en la iglesia de arriba. Pero puesto que el que allí descendió participa de la gloria del que aquí fue crucificado, por eso es en este lugar donde hablaremos del que allí bajó. El culto piadoso no admite separación.

De la Catequesis XV de San Cirilo de Jerusalén